La mirada del Coach
En las conversaciones entre dos o más personas, se puede percibir el grado de respeto que se tienen. Uno de los aspectos más destacados está en el nivel de escucha y la calidad de la misma.
Hay personas que se escuchan mucho a sí mismas, estas se pueden agrupar en dos perfiles distintos.
Uno: “escuchan como ausentes, tienen las orejas presentes pero el oído en su mente”. Cuando hablan introducen asuntos que nada tienen que ver con el hilo conductor de la conversación.
Dos: Las que hablan mucho, suelen defender sus razones y verdades, sentando cátedra, en algunos casos con una base intelectual, erudita, muy importante, dando datos, citas, referencia de autores o de experiencias vividas y contrastadas, (ellas estuvieron en el lugar de los hechos, los protagonizaron o al menos estuvieron cerca). Miden el tiempo de forma desigual 90-10, en ese 10 suelen mostrar ansiedad, incluso interrumpirlo si interpretan algo que desautorice su intervención anterior. Se sienten aludidos ante cualquier opinión contraria, incluso es característico que lo personalicen casi todo, (Me siento ofendido, estás diciendo que yo dije, has insinuado que yo no tengo ni idea, Yo, Mi, Me conmigo).
Es también característico que, al sentirse descubierta en algún renuncio, no admitan error, incluso nieguen la mayor, retorciendo la conversación y sus propias palabras, incluso en el caso de sentirse atacadas suelen emplear un lenguaje hiriente y agresivo, para luego pasar al rol de víctima, aludiendo a alguna enfermedad, indefensión e incomprensión del resto de contertulios.
En la reconocida revista digital, La Mente es Maravillosa, aparece un artículo que ilustra psicológicamente el comportamiento egocéntrico bajo el título “Egocentrismo, el culto al yo”, Altamente recomendable para ojear, observar y en tal caso corregir nuestros comportamientos, pues nadie está exento de errar en pensamientos y acciones. https://lamenteesmaravillosa.com/egocentrismo-el-culto-al-yo/
El observador.

Es importante aprender a observar y observarse en cualquier conversación. La observación requiere de atención plena, escucha realmente activa y fundamentalmente evitar los juicios. Ante cualquier discurso del contertulio, oponente o contrincante es preferible adquirir el rol de espejo y no de diana. Esto también es válido para uno mismo.
Desde dónde.
Cualquier vehículo que circula, tanto por tierra, mar y aire. Tiene un recorrido que debe ser armonioso, equilibrado, que aporte confort y seguridad a sus pasajeros, tiene un por qué y un para qué, pero sobre todo tiene un punto o base de salida y llegada.
Cuando nos expresamos debemos saber desde dónde lo hacemos, desde la reacción, desde el corazón, desde la victimización, desde la necesidad, desde la carencia, desde la inferioridad, desde el miedo, desde el amor, el respeto, la confianza, la bondad, la abundancia. Desde el por qué y para qué lo hacemos.
Reaccionar o responder
No es lo mismo reaccionar que responder. La reacción es impulsiva, no razonada, genera consecuencias imprevisibles, nuevas reacciones, descontrol y derroche de energías. La respuesta necesita espacio y tiempo, ponderación, confianza en uno mismo, calma, agilidad, destreza, entrenamiento, asertividad. Las respuestas se pueden improvisar, aunque lo que fundamentalmente se entrena es la actitud y condiciones para darlas.
Para qué
Normalmente no nos hacemos esta pregunta ante cualquier acción, incluso a veces tomamos decisiones claras y contundentes sin un para qué razonado, razonable y consciente. Mantener una conversación, por breve que sea, con una o varias personas en cualquier contexto, (familiar, social, profesional o simplemente circunstancial) convendría que llevará implícito un para qué, que te permita establecer los parámetros de la narrativa a emplear y la actitud con la que lo afrontas.
La actitud es fundamental, pues determina tu estado de ánimo y la calidad de la energía empleada, cuestiones que van a influir notablemente en el inicio, contenido y desenlace del encuentro.
Permítete
Creo que estaremos de acuerdo en que la vida merece la alegría vivirla y, en la medida de lo posible evitar situaciones no deseadas. Lo posible no siempre depende de ti, pues las circunstancias están impulsadas por muchos actores y factores externos. Sin embargo, si está en tu poder decidir cómo y desde donde las afrontas.
Permítete creer en ti, te ayudará a no herir ni herirte, a no tener que curar las heridas innecesariamente producidas. Seamos conscientes de lo que hacemos y nos hacemos, elevemos nuestro nivel de consciencia para poder ver y disfrutar de lo que no se ve, pero se siente.
Erg. SansofíCoaching